miércoles, 13 de diciembre de 2006

Carolina

La conocí haciendole un favor a un amigo que no tenía un mango para un catalogo de ropa de cuero. Por aquellos días (junio de 2004) yo me sentía solo, cansado y viejo. La sesión duró las horas que necesité para perderme en su sonrisa, alegría y belleza. Esa noche, tarde, ya en casa, me quedé, otra vez solo, dormido en el sofá rodeado de botellas de cerveza vacias.